Cuando hablamos de teatro, de inmediato se nos vienen a la memoria imágenes de títeres y artistas varios haciendo una inmensidad de piruetas. Estamos algo cerca, y también algo lejos, pero lo cierto es que el teatro es mucho más que eso, es una herramienta de entretención y de entrega por parte de quienes lo realizan, quienes plasman en sus obras algo de sí, algo del personaje y del entorno donde se desarrollan.
Desde tiempos inmemoriales, el teatro ha ocupado un lugar trascendental en la sociedad paraguaya, aunque en sus inicios, ahí por la época de la Colonia, no haya sido precisamente un estilo de teatro muy rico, sino todo lo contrario, una actividad muy precaria.
Es sólo a fines del siglo XVIII que se comienza a ver manifestaciones teatrales provenientes de elencos jóvenes en Paraguay, con actrices de la aristocracia.
El Teatro Nacional en Paraguay tuvo sus inicios con la llegada de la democracia y la caída de la dictadura. Con la llegada de Carlos López al poder, llego a Paraguay el primer dramaturgo y director teatral español que tuvo por misión formar el primer elenco de teatro del país.
Ya en la época contemporánea se desarrolla lo que hoy conocemos como el teatro independiente, donde se cambia el estilo de las escenografías, vestuario y tramoya que envolvían a los personajes, otorgándoles mayor realismo y vivacidad. Poco a poco, el teatro va adquiriendo un cariz más profesional y rico, que lo hace digno de admiración por parte del público que lo observa.
En realidad, el teatro paraguayo ha tenido una historia bastante más rica que lo que les cuento, pero a modo general, este ha sido su desarrollo hasta llegar a ser lo que es hoy en día, donde hay muchas compañías de teatro unidas brindando entretención y aportando al a cultura.
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