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Este mes, diciembre, es el mes que marca el inicio del verano en el Balneario La Pedrera. Por las calles de este exclusivo balneario, es normal ver mesas al aire libre, personas con el pelo rojizo y rubio, y muchos adolescentes con sus pantalones cortos, mientras los músicos de jazz recorren las calles, y los artesanos venden sus joyas hechas a mano.

La Pedrera
, es un escondite que está tomando vuelo, por su ubicación privilegiada, en medio de un puñado de pueblitos rurales situados junto al mar, que se iluminan cada noche gracias a la constelación Cruz del Sur por esta temporada.

Los que llegan a este balneario, pueden encontrar un sitio hermoso y más asequible que Punta del Este. El esplendor de este sitio es su falta de ruido, la escasez de marcas rimbombantes y el abundante espacio.

La Pedrera es hogar de varias reservas ecológicas, y por su accidentada geografía, ha atraído tradicionalmente a hippies, surfistas y familias que aman la naturaleza. En los bares de litro, es común ver cómo se mezclan mochileros con ricos, rastas y profesionales.

Las opciones de alojamiento y comida son todavía limitadas, lo cual ha mantenido lejos de este lugar a los viajeros internacionales, sin embargo, esto está cambiando, y ya se ve como llegan extranjeros que han comprado casas y tierras, y han levantado elegantes casas de veraneo y restaurantes.
El primer hotel boutique que se abrió en La Pedrera fue Las Brisas, a mediados del 2009. Este hotel comenzó su historia con una argentina que compró una vieja propiedad, la transformó con una decoración que se asemeja a la que había a mitad de siglo, y la decoró con muebles de ratán. Lo que deliberadamente se dejó afuera allí, son los teléfonos y televisores.

El alojamiento de forma casi mágica, se transformó en un lugar exclusivo, glamoroso, donde cada noche cuesta unos USD 800, y las cenas son hechas con dedicación y buena mano.

Todos los que llegan a La Pedrera, se olvidan del reloj, y los deberes. Aquí se come cuando se tiene hambre, y se descansa cuando se les viene en gana.

El Restaurante Olinda abrió el 2010, y ofrece platos internacionales, además de buenas copas, que se pueden servir en el patio trasero, sentados sobre acogedoras sillas de madera.

A pocos kilómetros de La Pedrera, está San Antonio, un asentamiento de unas 30 casas, donde llegan artistas y actores argentinos a buscar refugio, lejos del mundanal ruido. Este es un lugar de esos que sólo se logra conocer por el boca a boca.

Vía/ Gatewaytosouthamerica, Foto/ Mintur.gub.uy

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