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Fernando Lugo fue la última víctima de la famosa “Guerra de Soja” en Paraguay. El electo presidente del año 2008, ícono como defensor de los pobres, fue acusado el mes pasado de hundir a su país, dejándolo como uno de los más pobres de América del Sur.

La elección de Lugo, que prometía redistribuir la tierra y llevar a cabo la reforma agraria era muy popular, pero finalmente, fue inalcanzable debido a los intereses oscilaban en su contra. A comienzos de junio, 11 campesinos y 6 policías ya fueron asesinados en medio de una operación para desalojar a los ocupantes ilegales de una enorme granja, lo cual fue utilizado como pretexto para enlodar en un juicio político a Lugo, apenas una semana después del hecho.

Lugo marcó una lucha histórica entre la elite terrateniente del país y sus agricultores golpeados por la pobreza. Por otra parte, el mundo parece no tener límites en su apetito por la carne de animales alimentada con soja, y el consumo de biocombustibles, por el otro.

Pero la lucha de Paraguay no será el único que perderá un gobierno que ha luchado por el pueblo. Hay que pensar que el 77% de las tierras cultivables de Paraguay son propiedad de apenas un 2% de la población. En el mundo, durante los últimos 10 años, la producción de soja ha crecido exponencialmente, superando la capacidad del gobierno para responder.

Paraguay es hoy el cuarto mayor exportador de soja en el mundo. La demanda más fuerte viene de China y Europa, para alimentar al ganado y proveerse de biocombustibles. Con todo esto, el paisaje paraguayo también ha cambiado, y así es como hoy también se puede apreciar a muchos campesinos sin tierra, viviendo en lugares pobres de la ciudad o de otros países. Cada año, unas 9.000 familias campesinas son expulsadas de sus tierras por la producción de soja, y casi medio millón de hectáreas de tierra se convierten en campos de soja.

A pesar que en Paraguay el 40% de la población vive aun en la pobreza, y el 11% esta desnutrida, la macroeconomía crece. Y lo más increíble, es que es la segunda economía del mundo que crece más rápidamente.

Casi un 70% de la soja del Paraguay se exporta cada año, y casi la mitad se va a Argentina. Una parte se va en bruto y la otra procesada. Pero nada de esta increíble industria consigue derrotar la pobreza y redistribuir los recursos entre los menos campesinos que han sido despojados de sus tierras.

Vía/ Nytimes, Foto/ Flickr (Olmo Calvo)

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