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En los últimos días del mes de julio, Asunción perdía a uno de sus flauner más importantes de la década del 60 y del 70: el día 21 fallecía Klaus Henning. Este espacio es un mínimo homenaje a un emigrado alemán que retrató nuestra ciudad capital con curiosidad a lo largo de varios años.

Algunos aún recuerdan el local comercial en las inmediaciones de Palma y 14 de Mayo, la librería que Klaus administraba y donde por casualidad tomó contacto con textos que comenzaron a susurrarle acerca de la fotografía. Así fue que Klaus empezó a retratar el acontecer de la principal arteria urbana de Asunción, la tradicional Calle Palma, entre los ecos de las nuevas modas internacionales y las formas del consumo con carácter rural.

Fotografía urbana

El resultado, un amplísimo registro fotográfico que nos muestra Asunción desde una de sus expresiones poco difundidas, un fragmento de nuestra historia, quizás un periodo que demanda revisión y reconstrucción urgentes, ensayando el ejercicio constante de la resignificación. Un escenario urbano en metamorfosis, un ciudadano testigo que observa.

La fuerza de la veracidad de la imagen fotográfica desmiente un único perfil romántico atribuido al asunceno de aquellos años, habitante de aspecto estereotipado en su imagen for export por una instancia totalitaria de «paz y progreso». La dictadura stronista, como la mayoría de las experiencias con ese sistema de gobierno, había forjado un claro repertorio de imágenes para representarnos.

Las categorías de habitantes estarían especificadas, esas definiciones visuales no se correspondían -la mayoría de las veces- con lo que estaba aconteciendo en las calles, una coyuntura social. Las inquietudes, aun aquellas de aspecto más anodino, podrían perturbar el calmo dominio hegemónico de una idea.

Cuando en las estampas para el turista se representaba a la mujer paraguaya con trenzas floridas, una economía impulsada desde procesos globales y regionales permitiría delimitados aggiornamentos: la minifalda de diseños sixties sería placenteramente permitida al lado de una paradójica persecución al uso de la barba en los varones, comprendida como signo de adhesión a personajes del comunismo internacional.

Mientras, y a pesar de tan férrea vigilancia, el mercado haría lo suyo; se estaba gestando lentamente alguna transformación en el consumo de los habitantes de la ciudad.

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