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El peluquero francés es el título de la novela de Guido Rodríguez, ganadora del concurso de novela «Lidia Guanes». El autor
conversa y ofrece un fragmento del texto.

-¿Suele participar de eventos literarios o viajes? ¿Cómo podría presentarse usted mismo?

-Viajes no muchos, porque soy sedentario, como buen paraguayo. La ganadería es nómade y la agricultura es sedentaria. El Paraguay es un país agrícola y, por eso, sedentario. Escribí novelas sobre las aventuras de Bernardino Caballero que me valieron la antipatía de los estronistas y lopistas, una barra brava literaria temible. He incursionado en el cuento, la poesía y el ensayo. Hubiera querido dedicarme a la filosofía, conocer mejor el alemán y algo del griego.

FRAGMENTO DE LA NOVELA

La presidenta se sentía satisfecha de su casa y de su marido, quien había levantado la proscripción impuesta por el Dictador perpetuo a varias familias (comenzando con los Carrillo), y no se cansaba de comparar los tiempos presentes con los pasados. […] «¡Parece un castigo a su maldad!, ahora Pancho vive en la propiedad del Difunto, en ese terreno de la calle Palma que llamaban la quinta Francia. El dictador murió atravesado en su cama, como los condenados, por eso le decíamos a Pancho que no levantara su casa allí, pero él hizo bendecir el lugar, le tiene fe a la Virgen, ningún problema tuvo aunque dicen que el Difunto no se fue del todo, porque tampoco quieren recibirlo en el otro mundo, y anda rondando y tratando de perjudicar todavía.

Quizás por eso Pancho quiso construir el Oratorio de la Virgen al lado mismo de su casa, pero primero debían atenderse los templos en ruinas, comenzando por la Catedral, ¡cuesta imaginarse cómo estaba la que nos dejó ese descomulgado; las misas se suspendieron cuando un pedazo de alfajía estuvo a punto de matar al monaguillo, todo el techo minado por los cupii! La iglesia de Santísima Trinidad, casi más linda que la Catedral, aunque me da una cierta tristeza, mi marido dice que quiere ser enterrado allá, es como si llamara a la muerte, Jesús mío». Aquella matrona algo tímida era un torrente cuando comenzaba a hablar […]

Publicado en el suplemento cultural de ÚH «Correo Semanal»

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