Hay comidas que tienen su origen en experimentos y errores de los cocineros, que finalmente terminan cautivando a todos los comensales por su sabor, consistencia y textura, tal como pasó con la «Sopa paraguaya».

sonrisa.jpg

La sopa paraguaya es una sopa sólida, que sirve para satisfacer el hambre más intensa. Los guaraníes están acostumbrados a las sopas pastosas y espesas elaboradas con harina de maíz o de mandioca envueltas en hojas de güembé y cocidas en ceniza caliente.

Los españoles fueron añadiendo a la receta de la sopa ingredientes tales como el queso, el huevo y la leche, quedando finalmente una torta esponjosa y salada que bien podría asemejarse con el afamado pastel de choclo que tenemos en Chile, hecho a base de maíz molido y elaborado en versiones saladas y dulces.

Según cuenta la historia del país, la sopa paraguaya debe su origen al error de la cocinera de Carlos Antonio López, el fundador del Estado Paraguayo, que pidió su sopa cotidiana elaborada en base a leche, huevo, harina de maíz y queso, originalmente hecha como una sopa normal, de esas aguadas que todos conocemos, pero en esa ocasión, la cocinera agregó harina de maíz en exceso, por lo que en su intento por tratar de arreglar el asunto lo vierte en una cacerola de hierro y lo deja en el horno, resultando este pastel que dejo encantado al obeso gobernante.

La sopa paraguaya es uno de los platos que no pueden faltar para las reuniones sociales y las fiestas, así como en Semana Santa. La sopa paraguaya se sirve cortada en cuadritos o rectángulos dispuestos sobre una bandeja. Se sirve frío o caliente, según el gusto del comensal.

Foto: flickr

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el permalink.