Llegar a Bahía Negra no es cosa fácil, y para hacerse una idea, este lugar no es para ir a lucirse como un personaje glamoroso del jet set, sino para ir a ser picados con seguridad, por una variedad enorme de insectos, que incluso les pueden transmitir enfermedades si no toman algunos recaudos previos a su viaje y durante su estadía.

Bahía Negra puede llegar a ser tan caliente como el infierno, y la calle puede convertirse en un fango que se pega a los pies cada vez que llueve. Las ranas se congregan por la calle y se escuchan a lo lejos como si conversaran con uno.

Este territorio, por encontrarse en un espacio geográfico de difícil acceso, es para aquellos que rehúyen del turismo de masas. A este lugar llegar personas que se sienten atraídas por la cultura o el ecosistema.

En Bahía Negra se puede encontrar zonas vastas poco exploradas, poca población y pocos recursos. Aquí descansan sitios secretos y especies de la naturaleza que se desarrollan con plena libertad.

Hoy este lugar es casi desconocido, pero en el pasado, en especial en la época colonial, por aquí pasaron hombres famosos, que buscaron conquistar nuevas tierras.

En una época más reciente, pasó por este sitio un investigador de las culturas Ishir y Caduveo, quien dejó pinturas, apuntes y fotos que retratan a la perfección, lo que eran las culturas nativas.

Bahía Negra fue también testigo de la guerra con Bolivia, lo cual valorizó el gran Chaco Paraguayo y su notable riqueza. Esta zona es compartida con Bolivia y Brasil, conservando una belleza agreste y imponente.

Para llegar a Bahía Negra, hay un medio de transporte terrestre que es el más incierto debido a las condiciones meteorológicas cambiantes, lo que les obliga a anular los viajes, y el viaje en barco, que es el más seguro y rápido, a pesar que las embarcaciones son precarias.
Para alojar, hay un hotel, albergues o casas familiares acondicionadas, y estancias, como la Estancia Cerro Cora, Doña Beba y Triunfo.

Vía/ Bahíanegra