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No sé si ya lo habían notado, pero aunque no lo parece, Paraguay es un país profundamente creyente y religioso. Esto lo podemos comprobar cada año, cuando se moviliza una multitud de peregrinos hacia Caacupé.

Ver a los peregrinos caminar hacia la ciudad de Caacupé trae a la memoria esos Cuentos de Canterbury que se encuentran por ahí. Los paraguayos son muy creyentes, y normalmente se hacen santos particulares para protegerse en los momentos de debilidad.

La Vírgen de Caacupé engendra una devoción muy particular en los paraguayos. Caacupé es conocida como la Capital Espiritual del Paraguay. El Día de la Vírgen de Caacupé es una de las fiestas religiosas más importantes para los paraguayos.

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A Caacupé se puede ir durante todo el año, pero los días especiales para ir, se sitúan antes del 8 de diciembre. Caacupé queda bastante cerca de Asunción, aunque hay gente que camina durante varios días. Una alternativa para no caminar tanto, es tomar un coche, autobús o carreta de bueyes en algún pueblo cercano, como Ypacaraí, que queda a 17 kilómetros de distancia, y terminar la peregrinación a pie.

A pesar de la distancia, muchos paraguayos van a Caacupé a pie al menos una vez al año. Hay quienes asumen un compromiso de por vida con la Vírgen, y regresan año tras año. La mayoría de los peregrinos prefiere ir acompañado con amigos y familiares.

Hay personas que muestran su gratitud hacia la Vírgen ayudando a los demás. En el camino hacia Caacupé está lleno de tiendas que ofrecen todo tipo de servicios. Hay grupos religiosos que sirven trozos de pan untados con dulce de guayaba y vasos de agua o jugo. La mayoría de los caminantes va con chanclas de goma para no arruinar sus zapatos.

En el camino hacia la Virgen, hay bastantes tentaciones, en especial para las parejas, que encuentran casas dedicadas a ofrecer horas de motel. También hay restaurantes improvisados que sirven barbacoa y cerveza fría. Cada peregrino es un cliente potencial tremendo para los emprendedores.

Vía/ Otherplacestravel
, Fotos/ (Benja) flickr

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